jueves, 29 de septiembre de 2016

MAELA ECUADOR Y LA COORDINADORA ECUATORIANA DE AGROECOLOGIA SALUDAN LA FIRMA DE LA PAZ EN COLOMBIA



[Quito, sepiembre 2016] Nuestros hermanos y hermanas colombianas se encuentran ante la gran decisión de ratificar el acuerdo de paz suscrito entre las Farc y el gobierno de Colombia, en el plebiscito del domingo 2 de octubre.  

Este conflicto que ha durado más de 50 años afectó principalmente al mundo rural, provocando la muerte de miles de personas y desplazos de millones. Conflicto que sólo se puede explicar por una larga historia de confrontación determinada por profundas contradicciones generadas por la desigualdad económica, la falta de canales de participación democrática y la impunidad.  

El mundo ha cambiado desde ese entonces. Las razones del conflicto han ido adquiriendo otras características y es momento de nuevas prácticas sociales, económicas y políticas para generar positivamente los cambios sociales necesarios. Prácticas que excluyen formas de violencia para resolver los conflictos y por ello pregonan el respeto a los derechos humanos, la democracia que se construye en términos de equidad económica, de respeto a la diversidad y de participación activa de la población en las decisiones trascendentales.  

En el Movimiento Agroecológico de América Latina [MAELA] estamos totalmente conscientes que la construcción de la paz no estará exenta de la intervención de los guerreristas, que desde la esfera política y operando directamente en los territorios harán todo lo posible para mantener formas de violencia con la presencia de bandas paramilitares que defienden poderosos intereses.  

En estos momentos se intensifica el modelo extractivista en América Latina. Enormes inversiones serán destinadas a actividades mineras y petroleras, al establecimiento de monocultivos y a la construcción de megaproyectos hidroeléctricos. Muchas comunidades se verán vulneradas en sus derechos y serán desplazadas o articuladas a favor del gran agronegocio, como el de caña, palma, plantaciones forestales, como ocurre en el caso colombiano.  Inversiones que serán justificadas desde los gobiernos y desde las grandes empresas en nombre del progreso e incluso hablarán del “desarrollo sostenible”. Nada más lejano a la búsqueda de una sociedad equitativa, de paz y de cuidado de la naturaleza que este modelo. Fortalecer la organización social es la forma de frenar este modelo opresivo y depredador.    

El movimiento agroecológico viene desplegando múltiples estrategias que contribuyen de gran manera en la transformación del mundo rural y la sociedad en su conjunto, impulsando procesos de redistribución equitativa de tierra y agua, mejoras en la producción para la provisión alimentaria de productos sanos y en la comercialización asociada en los mercados locales, promoviendo la conservación de las semillas ancestrales y actuando en el cuidado de los bienes naturales, suelo, agua y biodiversidad. El diálogo entre diversos actores en la construcción del conocimiento y uso de tecnologías apropiadas es determinante para que la agroecología sea implementada por un mayor número de familias rurales y sea respaldada por la sociedad.  

Estas propuestas del mundo campesino son un llamado a la población urbana para llevar adelante acciones conjuntas que favorezcan relaciones equitativas campo-ciudad, donde se forjen cambios para afianzar un mayor sentido de comunidad, se frene el consumismo y la degradación ambiental. 

Los campesinos agroecológicos de Latinoamérica y del mundo construimos con el trabajo, el diálogo y la organización, territorios de soberanía alimentaria, de equidad, de interculturalidad y de cuidado de la naturaleza. Desde allí nos enlazamos con los hermanos colombianos en este caminar hacia el reencuentro entre la sociedad y la naturaleza.


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