martes, 31 de enero de 2017

Progresismo, educación rural y el abandono del campo*


Un daño mayor provocado a las comunidades rurales: el cierre masivo de las escuelas comunitarias.

¿Qué hay detrás de esta política educativa tan absurda, perversa y destructiva del campo y de la interculturalidad?

 
Este video producido por “El Contrato Social por la Educación” ayuda a entender la dimensión del problema educativo para las familias campesinas.  En todas las zonas rurales se confrontan situaciones similares a las que se observan. 
Se cerraron indiscriminadamente las escuelas rurales y construyeron escuelas del milenio generalmente en cabeceras cantonales y parroquiales, lo que supuso que los niños tengan que recorrer enormes distancias para asistir a clases. Por supuesto, se ofreció transporte público, pero la verdad es que cada familia tiene que cubrir el costo del traslado en vehículos de personas de la comunidad, no apropiados para la transportación de los niños. Diversas comunidades han levantado su voz de protesta y ven cómo reorganizar la propuesta educativa comunitaria más allá de las limitaciones de recursos.
Aun así, muchas familias abandonan el campo para radicarse en las cabeceras cantonal o parroquial. Las fincas quedan abandonadas, algunas se venden para instalar un negocio en el centro poblado o quedan a medio trabajo. Se rompe la vida comunitaria: ya no se planifica, ya no realizan mingas. En las comunidades ya no hay jóvenes y cada vez más queda población vieja desamparada. 
Lo absurdo: Aún frente a tan desastrosas situaciones que atraviesan las familias rurales, se sigue manteniendo esta política que conlleva a mayor deserción escolar; que muchas familias rurales al recibir el bono de la pobreza tienen que invertir este dinero -e incluso un monto adicional- para el pago del transporte de los niños. 
Lo perverso: las voces oficialistas que se promocionan como candidatos, luego de expresar la necesidad de revisar casos, finalmente se silencian y avalan sin más las escuelas del milenio que además tienen muchas deficiencias educativas.
Lo absurdo: Existiendo ejemplos de países a los que se les reconoce los mejores sistemas educativos para la niñez donde la escuela está cerca a la comunidad, a la acción de los padres de familia, al diálogo cercano con los profesores; acá en el Ecuador se aleja a la familia y a la comunidad del sistema educativo.
Lo perverso: Iniciativas de escuelas rurales que sus resultados educativos han sido reconocidas internacionalmente y son un referente; no se apoya y finalmente se les descalifica.   
Lo absurdo: El Ecuador se reconoce como un país plurinacional e intercultural y todo el esfuerzo educativo surgido desde los diferentes pueblos ha sido anulado, “estatizado” desde la sociedad/cultura predominante hispanohablante,  y no potenciado el sistema educativo acorde a la cosmovisión y realidad de cada pueblo.  
Lo perverso: Resulta que en las escuelas del milenio en zonas interculturales, sobre todo los niños, se ven opacados por la preponderancia de la educación y cultura hispanohablante.

Minka en Chimborazo
Foto: PkThevetia
Al hablar de agroecología nos referimos a soberanía alimentaria, a agricultura ecológica realizada por familias campesinas e indígenas, al uso de tecnologías apropiadas, a la conservación de la naturaleza, al conocimiento local. Ante esto:
Lo absurdo: Se habló de un desarrollo territorial equilibrado donde no exista tanta migración campesina a las ciudades y el campo permanezca poblado. En los hechos se implementa una política educativa -y por supuesto una política agraria anti-campesina- que a nombre de la modernización, del cambio de matriz productiva, del acceso de todos a una mejor educación, provoca el abandono del campo.
Lo perverso: Existe un marco normativo que ha debilitado las organizaciones sociales (decreto 16), se criminaliza la lucha social y se fracturan organizaciones para disminuir la acción de resistencia. 
El hecho de no contar con escuelas que involucren directamente a la comunidad es un duro golpe para implementar la agroecología en los territorios.  Sin que el conocimiento local se transmita desde los mayores y se recree con los niños, más rápidamente se alejarán del mundo natural y les será extraño el campo. La cultura que convive con la naturaleza posibilita la agroecología.

En defensa de las escuelas rurales, de la soberanía alimentaria y de la interculturalidad
Coordinadora Ecuatoriana de Agroecología

*Este texto es parte de la editorial del Boletín AsiCea

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